Después de la Segunda Guerra Mundial, la aviación comercial tuvo su boom. La tecnología aeronáutica se había desarrollado a pasos agigantados durante el conflicto, lo que propició su aplicación en el ámbito civil. En la década de los 40 y los 50 la aviación civil creció y creció. En aquellos años, los uniformes de azafata de vuelo no dejaban de tener un aire marcial, con diseños de inspiración militar, anodinos y creados con poco gusto.

Por suerte, con la llegada de los años 60 y posteriormente en la década de los 70, la uniformidad de las tripulantes de cabina de pasajeros se benefició de un vuelco conceptual, con la introducción de tejidos más coloridos y de diseños más modernos, acorde a los nuevos tiempos. Fueron años dorados para la aviación comercial, que al mismo tiempo que continuaba su expansión, modernizaba los aviones y actualizaba las tendencias en cuestión de uniformidad de las tripulaciones.

A nuestro entender, esa tendencia se estancó a los largo de los años 80 e incluso se revertió durante la década de los 90, cuando el diseño de los uniformes de azafata de vuelo entró en una fase de estancamiento, donde las compañías aéreas y los fabricantes de uniformes dejaron de prestar atención al diseño, a los tejidos y al colorido. Las aerolíneas de todo el mundo llevaron la uniformidad al extremo de su propio significado, resultado en un exceso de homogeneidad entre los uniformes que vestían las azafatas de vuelo y los tripulantes de cabina de la mayoría de las aerolíneas, resultando muchas veces difícil distinguir a los tcp de una empresa de los de otra.

Por suerte, con la llegada del nuevo milenio, y de  manera más evidente en la segunda década de los años 2000, una ola de aire fresco sopló desde los estudios de diseño de grandes modistos para llevarse consigo los aburridos y estandarizados uniformes fabricados en colores monocordes. Aerolíneas como Virgin, Emirates, Singapure Airlines, y otras similares, dieron los primeros pasos hacia la utilización de uniformes de aviación con mucha carga de diseño, tanto en el corte de los patrones, como en las texturas de los diversos tejidos utilizados y, sobre todo, en la incorporación de colores como el rojo, el granate, el mostaza, solos o en combinación con el clásico azul marino.

Diseñadores de alta costura como Ettore Bilotta ( Turkish Airlines), Vivienne Westwood (Virgin Atlantic), Teresa Helbig (Iberia), Manuel Pertegaz, Adolfo Domínguez y muchos otros, han incursionado en la creación de uniformes de azafata de vuelo muy actuales, que aúnan la elegancia y sobriedad requeridos por la profesión, con un innegable gusto estético y una total practicidad de las prendas y los tejidos.

Por lo que se refiere a los zapatos de azafata, la evolución no ha sido tan acusada, de tal forma que el calzado que han venido utilizando las azafatas de vuelos y los tripulantes masculinos ha variado muy poco a lo largo de las décadas. Entre el personal femenino, siempre ha sido habitual el zapato de tacón, de color negro o marino, fabricado en piel, mientras que entre los tripulantes masculinos, el blucher de cordones es el standard.

En estos últimos años, algunos diseñadores y aerolíneas están empezando a atreverse con propuestas más audaces para calzar a sus tripulantes. Algunas de ellas incluso radicales, como por ejemplo la de Teresa Heilbig para Iberia, al proponer un calzado plano, deportivo, para su uso en cabina durante el vuelo.

En Zeddea pensamos que es muy difícil sustituir los clásicos salones de tacón para las mujeres y los bluchers para los hombres, sin perder algo de elegancia de conjunto, pero es indudable que el paradigma en el vestir está cambiando muy deprisa y pronto se aceptará la generalización del uso de calzado más informal. Por eso no dejamos de trabajar en el desarrollo de nuevos diseños de zapatos para azafatas y para tripulantes masculinos que sean una alternativa más actual para aquellas compañías aéreas que busquen modernizar su imagen corporativa.